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Las Navas de Tolosa, 16 de julio de 1212 - Portal Fuenterrebollo

La derrota almohade en la batalla de las Navas de Tolosa el 16 de julio de 1212 acabó con la tentativa del Islam para recuperar la Península Ibérica.

La victoria cristiana tuvo una gran resonancia en la cristiandad occidental, por cuanto había sido concebida como una cruzada contra los infieles.

Almohades - Conquista de Hispania musulmana

El ejército de los almohades de Abdel Mumim penetró en España y arrasó a los reinos de Taifas, formados por la desaparición del poder almorávide. En poco tiempo fueron tomando distintas plazas: Sevilla (1147), Málaga (1153), Granada (1154), Almería (1157) y en 1159 fundaron la ciudad de Gibraltar.

En 1210 el rey castellano Alfonso VIII (1158-1214) inició los preparativos para una gran campaña contra los almohades.

En diciembre de 1210, a instancias del reino de Castilla, el papa Inocencio III (1160-1216) otorgaba una Bula en la que instaba a emprender la cruzada contra los almohades y concedía indulgencias plenarias a quienes tomasen parte en la expedición.

Cruzada contra los Almohades. Batalla de las Navas de Tolosa - Portal Fuenterrebollo

En 1177 el ejército castellano de Alfonso VIII recuperaba la ciudad de Cuenca. La reacción almohade provocara el desembarco del Califa Yakub ben Yusuf Almansur en 1195.

Cuando en 580 H. (1184 J.C) se produce la muerte del Califa Abu Yakud Yusuf I, se proclama Califa a Yakub ben Yusuf Almansur, que a la sazón se encontraba en Sevilla, desde donde marchó hasta Tarifa, donde se encontraba la escuadra. Desde la ciudad de Tarifa, se despidió de sus hermanos y de las delegaciones del país, embarcando con destino a Yakub ben Yusuf Almansur.

El Califa Yakub ben Yusuf Almansur desde Alcazarseguer pasa a Al-Andalus, cruzando el Estrecho de Gibraltar el 30 de junio de 1195.

El ejército almohade en la batalla de Alarcos (Córdoba) infringió una extraordinaria derrota al ejército castellano de Alfonso VIII. Como consecuencias de la batalla, se perdían el valle del Guadiana, el curso medio e inferior del río Tajo, que no podrían recuperarse hasta casi veinte años después en la batalla de las Navas de Tolosa.

 

El 16 de mayo de 1211, el Califa Mohamad ben Yakub pasa al Al-Andalus tratando de emular las hazañas de su padre. Allí estuvo hasta el día 21 de mayo recibiendo homenaje de Caídes, Alfaquíes y Gobernadores de Al-Andalus.

El rey castellano Alfonso VIII hizo saber al pontífice Inocencio III que emprendería la cruzada en la primavera del año siguiente, en la octava de Pentecostés, entre los días 20- 27 de mayo de 1212.

Inocencio III ordenó predicar la cruzada en Francia y mediante otra Bula, durante el tiempo que durase la cruzada contra los almohades, decretaba la excomunión para los monarcas cristianos que atacasen otros territorios cristianos peninsulares, así como a los cristianos que ayudasen a los almohades o se uniera a ellos.

La Cristiandad occidental se mantuvo en estado de alerta ante el temor de una posible invasión de los almohades más allá de los Pirineos. Como consecuencia, la llamada papal tuvo eco incluso en la región del Lamguedoc, donde se desarrollaba simultáneamente la cruzada contra los herejes cátaros.

Numerosos señoríos franceses respondieron al llamamiento del Arzobispo de Burdeos, el Obispo de Nantes, el Conde de Astarac, Theobald de Blazon 'Señor de Poitou', el Vizconde de Turena, el belicoso Arzobispo de Narbona, Arnau Amalric, entre otros.

Sancho VII 'El Fuerte' (1154-1234), Rey de Navarra

El rey navarro Sancho VII 'El Fuerte' (1154-1234), olvidando su tradicional enemistad con Alfonso VIII, acudió a Toledo al frente de doscientos de sus mejores vasallos.

También acudieron a la cruzada los Maestres de las Órdenes del Temple y de San Juan de Jerusalén, así como numerosos caballeros de las Órdenes de Calatrava y Santiago.

Por su parte, el rey de León y Galicia, Alfonso IX (1188-1230) condicionó su participación a la devolución de ciertas plazas arrebatadas por los castellanos y, lejos de unirse a la campaña, aprovechó la concentración de tropas en Toledo para atacar la región de Tierra de Campos.

Pedro II 'El Católico' (1177-1213), rey de Cataluña y Aragón, fue el primero de los monarcas españoles en acudir a la cita dada por Alfonso VIII.

El 27 de mayo de 1212 llegaba Pedro II con sus mejores caballeros a la ciudad de Toledo.

El rey castellano Alfonso VIII y el Arzobispo de Toledo, don Rodrigo Ximénez de Rada (1170-1247), organizador de la campaña contra los almohades, antes de emprender la marcha hacia el sur peninsular, decidieron esperar a la llegada de todos los contingentes.

Pedro II 'El Católico' (1177-1213), Rey de Cataluña y Aragón

El 3 de junio de 1212 llegaban a Toledo las huestes ultramontanas dirigidas por el Arzobispo de Narbona, formadas por las tropas del Poitou, Bretaña, Limoges, Santonge y Burdeos.

Las huestes ultramontanas, en su mayor parte procedían del ejército que Simón de Montfort había reunido para combatir a los albigenses.

Las huestes, acostumbrados al pillaje y a la devastación que los cruzados practicaron en el Languedoc, nada más llegar a Toledo arremetieron contra su judería. El pueblo de Toledo consiguió expulsarles de la ciudad, pero los franceses devastaron entonces las ricas tierras de la Huerta Real y el Alcardete.

El 20 de junio de 1212 la expedición cristiana se ponía en marcha.

La cabeza del ejército quedaba formada por los cruzados franceses, con Diego López de Haro 'Señor de Vizcaya', las tropas del obispo de Nantes y de los arzobispos de Burdeos y Narbona.

El cuerpo central del ejército estaba formado por tropas aragonesas y catalanas, acompañadas por los templarios.

En la retaguardia de la expedición, las tropas de Alfonso VIII de Castilla y efectivos de Portugal y León a cargo de Maestres del Temple y San Juan.

El 24 de junio de 1212, los cruzados franceses, en la cabeza del ejército, separados del cuerpo central de ejército, asaltaron el Castillo de Malagón (Ciudad Real) pasando a cuchillo a sus moradores, primera fortaleza almohade que encontraron en el camino.

Reagrupada la expedición cristiana, el 29 de junio de 1212 tomaron con rapidez el Castillo de Calatrava. La decisión del monarca castellano Alfonso VIII de perdonar la vida a los musulmanes y dejarles marchar provocó el abandono de los cruzados franceses. La ayuda extranjera quedaba reducida a los ejércitos del arzobispo de Narbona y el Señor del Poitou.

En campo almohade, el califa Mohamad ben Yakub (595 - 610 H. / 1198 - 1213), conocido como el 'Miramamolí', reunía sus tropas en Sevilla. Ante el avance del ejército cristiano, el califa almohade dirigió sus tropas hacia Sierra Morena, distribuyendo avanzadas por los desfiladeros y gargantas de Despeñaperros.

El califa acampó en el Castillo de Ferral, frente al desfiladero de la 'Losa', en donde se había posicionado gran parte del ejército musulmán.

Ante la posición estratégica de los almohades en Despeñaperros, el avance del ejército cristiano era una maniobra suicida.

Entre las deliberaciones cristianas, el rey aragonés Pedro II 'El Católico' y el rey navarro Sancho VII 'El Fuerte' se inclinaban por hacer retroceder al ejército para buscar un paso más seguro.

De otra parte, el rey castellano Alfonso VIII se negaba convencido de que una retirada causaría una deserción masiva en el ejército cristiano.

Finalmente, se decidió avanzar a la desesperada hacia Despeñaperros.

Las crónicas narran un suceso providencial, un pastor de la comarca se ofreció a guiar al ejército cristiano por un paso que los almohades no podían atacar.

El paso actualmente recibe el nombre de 'Paso del Rey', que desemboca en una gran explanada, entre las poblaciones de Miranda del Rey y Santa Elena.

El ejército cristiano lo atravesó sin dificultad y acampó en la citada explanada.

Mientras que el ejército almohade realizaba un gran despliegue de hombres y armas, el ejército cristiano tuvo dos días para descansar y preparar la estrategia de la batalla.

Se acordó que las tropas castellanas ocupasen la primera línea de avance, mientras que Sancho VII se encargaría del segundo cuerpo de ataque y el rey aragonés Pedro II se quedaría en la retaguardia al frente de la caballería catalano-aragonesa.

Batalla de las Navas de Tolosa, 16 de julio de 1212 (609 H.)
Batalla de las Navas de Tolosa, 16 de julio de 1212 (609 H.)

En el alba del día 16 de julio de 1212 se dio la orden de batalla. La expedición cristiana quedaba formada por tres cuerpos de ejército.

 

§ Por el centro, Diego López de Haro 'Señor de Vizcaya' seguido por los caballeros de las Órdenes Militares y las tropas castellanas al mando del monarca Alfonso VIII y el arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada.

 

§ Por el flanco derecho, el rey navarro Sancho VII 'El Fuerte' junto con las milicias de Ávila, Medina y Segovia.

 

§ Por el ala izquierda, el rey aragonés Pedro II 'El Católico' con la caballería catalano-aragonesa (poco numerosa) y la infantería de varios concejos castellanos.

El primer cuerpo del ejército musulmán estaba formado por dos filas de lanceros negros, seguidas de tres filas de camellos, unidos con cadenas de hierro.

El cuerpo central estaba formado por la elite de las tropas musulmanas estaba formada por el cuerpo de los agzaz, mercenarios turcomanos armados con arcos.

El cuerpo central del ejército castellano venció con facilidad a la primera línea almohade, pero el cuerpo central musulmán repelió duramente a los cristianos, lo que provocó la desbandada de muchos de ellos.

En aquellas circunstancias, el ala izquierda del ejército cristiano, a las órdenes de Pedro II 'El Católico', realizó un movimiento envolvente sobre el ejército almohade, sorprendiendo a su retaguardia situada en las proximidades de la tienda del califa Mohamad ben Yakub.

El ejército catalano-aragonés se apoderó de la suntuosa tienda del califa (que había huido a Baeza). Una vez que el campamento fue conquistado, el ejército almohade se desbarató en huida.

La caballería catalano-aragonesa persiguió a los musulmanes hasta las cercanías de la población de Vilches. Después de la toma de Vilches, el ejército cristiano fue conquistando otras poblaciones (Ubeda, Tolosa, entre otras), hasta que una epidemia de peste sembró la muerte obligando a la dispersión de las tropas.

La batalla de las Navas de Tolosa, con el consiguiente desmoronamiento del dominio almohade sobre el sur peninsular, dio un impulso definitivo al proceso de la Reconquista.

Los almohades mantuvieron durante dos decenios más un poder muy precario sobre Al-Andalus, pero su derrota en las Navas de Tolosa permitió consolidar el proceso repoblador.

 

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