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Manifiesto del Núcleo Fundacional de la AIT. Madrid, 24 de enero de 1869 |
A los obreros españoles: Compañeros: Desde los tiempos primitivos, en que el hombre dedicado a la satisfacción de sus necesidades sin conocer los medios que el progreso nos proporciona el presente, no pudiéndose dedicar a la observación de fenómenos naturales y echar con estos los cimientos de la ciencia, fundó un contrato tácito las castas, o desde que estas se establecieron por la violencia o la conquista la más inferior de éstas, es decir, el pueblo trabajador ha venido sufriendo un continuo y penoso martirio. A partir de esta lejana época todo ha sido dolor y sufrimiento para el hombre del trabajo. ¡Empapada está la tierra con el sudor de su frente y manchada con la sangre arrancada a sus desnudos miembros por el látigo de los tiranos! Por doquier tendamos la vista encontraremos señales patentes de esto. Aquí se ve al paria de la India despreciado hasta el extremo de considerarle inferior a los brutos, estándole prohibido todo contacto con los demás hombres, pues se creía que su maldita sombra contaminaba el agua y los demás alientos, teniendo derecho a matarle impunemente cualquiera a quien se acercarse, como se aplasta a una víbora o se ahoga un mal pensamiento, ¡a él en cuya inteligencia tal vez germinó una idea capaz de regenerar al género humano! Al otro lado se ve al esclavo oriental, que con la cadena al pie labra la tierra, crea las manufacturas, hace el comercio, levanta los muros de Babilonia que velan el sueño de sus señores, los jardines de Semíramis, donde se embriagan en dulce voluptuosidad, las pirámides de Egipto, panteón eterno de los siglos, en fin todas las maravillas, todas las comodidades de que él no gozaba jamás. Más allá se ve al ilota, al esclavo griego pelear contra el despotismo en Maratón y Salamina y solo conseguir la libertad de sus señores: y en cambio de tanto sacrificio, en cambio de tanta virtud, ¿quién recibía el infeliz trabajador?, nada, aumentar un eslabón más a la ya pesada cadena, y recibir allá en su oscura mazmorra las migajas del festín de sus señores. |
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Pero hasta entonces el esclavo no había pensado: el continuo y penoso trabajo a que estaba sometido no le dejaba tiempo para raciocinar y vivía, digámoslo así, vegetando sin tener siquiera idea de su personalidad. |
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Por fin llega la época en que dándose cuenta de sí, ve que vale tantos como su señor y se prepara para conquistar sus derechos. Espartaco, gladiador romano y esclavo también, se pone a la cabeza de sus compañeros y empieza la lucha más terrible que registra la historia. ¡Desde entonces acá no ha cesado un momento ni cesará hasta que el obrero actual reconquiste su completa emancipación! Desde entonces ha ido transformándose; de esclavo sin derecho de ninguna clase que era, se convirtió en siervo en que tenía opción a cierta parte de su trabajo y de este estado pasó al de proletario, el cual ha adquirido la mayor de las conquistas: la conquista de su personalidad. Los hombres del trabajo que sentían el peso horrible de todos los privilegios de que disfrutaban las demás clases estaban dispuestos siempre a derrocar todo lo que se opusiera a su bienestar, y un día se hacen cristianos para derribar con el paganismo la esclavitud y otro se unen a los reyes para destruir el feudalismo, y otro día, no hace mucho, uniéndose a la clase media asombraron al mundo derribando de un solo golpe el poder teocrático de los sacerdotes, el derecho divino de los reyes y las necias preocupaciones de la nobleza proclamando los derechos del hombre. |
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Pero las pocas conquistas que hemos hecho nos han costado muy caras y nos han llevado mucho tiempo. Hora es ya de que cambiemos el sistema de la lucha: para esto necesitamos una bandera, pero tan elevada que se vea en todas partes, y tan clara que disipe toda duda en nuestras inteligencias. Necesitamos un criterio, una medida que nos sirva para juzgar todos los hechos que pasen a nuestra vista, un punto de apoyo en que colocar la palanca con la cual hemos de reformar el mundo. |
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Esta bandera, este criterio, este punto de apoyo es la justicia. La justicia, es la idea más grande que posee la humanidad: todo está subordinado a ella; ella es la que establece la perfecta relación entre los derechos y nuestros juicios y de regla en nuestras acciones; no sufre ningún ataque sin que inmediatamente subleve los ánimos en su favor. Por eso el pueblo que es su hijo predilecto está en abierta lucha con el injusto privilegio. |
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Pues bien, la justicia nos dice que todos los hombres debemos ser completamente libres e iguales, es decir, la justicia proclama la libertad, la igualdad y la fraternidad como manifestaciones directas de ella. Consecuentes con estos principios es preciso que proclamemos la libertad absoluta para todas las manifestaciones del individuo, aunque para conseguir esta liberta haya que echar por tierra tradiciones y costumbres veneradas. |
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Es preciso que bajemos al último peldaño de la escalera social, y removiendo el polvo donde se agita la capa más inferior de esta, cojamos al último de sus individuos y con el valor que da la justicia y la fuerza que presta la solidaridad nos elevemos todos hasta donde están las clases más altas, y destruyendo todos los privilegios y estableciendo la igualdad político-económico-social nos confundamos fraternalmente todos, formando una sola clase, con los mismos derechos para todos y para todos los mismos deberes. |
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Para realizar este objeto tenemos infinidad de medios, pero el más eficaz de todos es la asociación. La asociación hace que individuos aislados sucumben al menor contratiempo, unidos en un pensamiento común hagan frente a las mayores calamidades, las venza y se pongan al abrigo de ellas para el porvenir. La asociación en sus diversas manifestaciones (y siempre teniendo la justicia por norma), es el medio por el cual hemos de resolver el problema de nuestra emancipación. |
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Crear cajas de resistencia para hacer frente a las injustas exigencias del capital y socorrernos de las suspensiones de trabajos; crear secciones cooperativas de consumo y casas restaurantes a fin de librarnos de esa cáfila de sanguijuelas que se interponen envenenándolo todo entre las fuentes de producción y el consumidor; crear cajas de socorros para librarnos en caso de enfermedad o cuando seamos inútiles para el trabajo a la vez que de la miseria, los padecimientos y acaso la muerte de recurrir a la caridad oficial o sean los hospitales; crear casas-cunas para los niños donde a la vez que encuentren ellos el desarrollo más natural y perfecto por contar con todos los elementos necesarios, puedan las madres libres de este jurado y del de hacer la comida, dedicarse con entera libertad a adquirir los recursos necesarios para la satisfacción de todas sus necesidades; crear escuelas donde los individuos de ambos sexos encuentren la instrucción tan vasta y completa como quieran a fin de que desaparezcan en lo posible esta desigualdad intelectual que existe, consecuencia de la actual organización social, que es a su vez fruto de la ignorancia, ¡la ignorancia!, idea madre del mal y cuyas consecuencias lógicas son la miseria, la esclavitud, el embrutecimiento, la falta de dignidad, y en fin todos los males que aquejan a la humanidad. Y por último siguiendo esta marcha, desenvolver y aplicar todos los elementos del principio de asociación; tales son con los demás derechos individuales los medios con los que contamos, siendo la violación de estos la única causa por la cual nosotros haremos armas contra el poder, sea el que fuere que lo intentase. |
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Siguiendo esta línea de conducta romperemos el círculo vicioso en el que estamos girando hace tanto tiempo. Ya no nos entregaremos a los políticos de oficio que viendo el estado angustioso en el que nos encontramos nos prometen sacarnos de él, nos seducen, nos llevan a las barricadas, y sirviéndoles de escalones nuestros ensangrentados cadáveres trepan a la cumbre del poder para olvidarnos al otro día, como hacían los caídos que a su vez subieron de igual medio. Es preciso que todo movimiento político le subordinemos a la obra de nuestra emancipación. |
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Pero nada adelantaríamos si practicando todos estos principios, nos aislásemos siquiera fuese colectivamente; urge por tanto que nos unamos todos en una grande federación, que todas las asociaciones obreras de cooperación y de otros géneros que hay establecidas en España tiendan fraternalmente los brazos a las de igual clase de Europa y el mundo entero para que haciendo solidarios sus esfuerzos formen el gran pacto base de nuestra redención. |
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Teniendo en cuenta todas las razones expuestas, y seguros de que acudiréis a nuestro fraternal llamamiento os invitamos, en nombre de las generaciones pasadas cuyos padecimientos debemos evitar a las venideras, a formar parte de la gran Asociación Internacional de Trabajadores, y de la cual aceptamos su programa. |
Procedencia: La Solidaridad. 15 de enero de 1870
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Manifiesto de Manzanares. Madrid, 6 de julio de 1854 |
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Manifiesto de los Notables. Madrid, 9 de enero de 1876 |
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Programa del PSOE. Madrid, 20 de julio de 1879 |
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Programa de Unión Republicana. Madrid, febrero de 1911 |
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Programa Anarquista. Agosto de 1917 |
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Programa Electoral PCE. Madrid, 30 de febrero de 1933 |
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Programa del PSOE. Madrid, enero de 1934 |
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Los 27 Puntos de la Falange. Madrid, octubre de 1934 |
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Programa del Frente Popular. Madrid, 15 de enero de 1936 |
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