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La reorganización llevada a cabo por los Reyes Católicos tenía, pues, un sentido muy claro: la política era cosa de la Corona; los pueblos no tenían por que intervenir en ella.

En las ciudades y campos de Castilla se levantó una palabra que encuentra una resonancia extraordinaria: Comunidad.

La Comunidad es la forma concreta que toma el nuevo gobierno municipal que sustituye el regimiento; es representación del común, y no sólo de una pequeña minoría rectora, con especial referencia a los pobres y desamparados, a la masa del pueblo. En el vocabulario de la época, comunero se opone así a la de caballero.

La Comunidad es también algo más inconcreto, sin formular, pero no menos alentador:
El anhelo de sentirse unido con los demás, de participar en los debates públicos, de no sentirse excluido, despreciado o maltratado.

La derrota de la Batalla de Villalar significa la muerte de aquel programa político que pretendía establecer la preeminencia del reino sobre el rey.

En realidad no fue una victoria militar de la realeza sino una victoria de la nobleza, los que vencieron en Villalar fueron los magnates, no las tropas reales.

Uno de los motivos de la Revolución Comunera de 1520 era que Castilla no estaba sometida al Imperio ni tenía que sufragar sus gastos. Después de la derrota de Villalar, Castilla no tendrá más remedio que inclinarse y contribuir con soldados y dinero, lo hace a regañadientes y sólo una minoría de altos funcionarios e intelectuales, los erasmistas, comparten el ideario y los objetivos del emperador Carlos V, decidido a mantener la unidad religiosa mediante una conciliación entre las posiciones extremas de Roma y Lutero.

Los españoles no conciben la Cruzada como el emperador, aunque se preocupan los problemas planteados por el luteranismo, quizás no hasta el punto de sacrificarse para mantener el dogma en toda Europa. Para ellos el peligro no es el turco, sino el corsario berberisco que representa una amenaza constante y casi diaria en las costas de Cataluña, Levante y Andalucía. Por esto se toma muy en serio la intervención del corsario Barbarroja en Argel; al desplazar de allí a un soberano más o menos vasallo de España. La figura de Barbarroja representa para los españoles una amenaza mucho más directa que las ofensivas de Solimán el Magnífico en el centro de Europa.


Padilla, Bravo y Maldonado fueron ajusticiados en Villalar (Valladolid) en la revuelta Comunera de
Castilla contra Carlos I.  Óleo de Antonio Gisbert. Congreso de los Diputados (Madrid)

Carlos I nació en Gante el 24 de febrero de 1500.

El 19 de septiembre de 1517 desembarcó en Tazones (Asturias) para hacerse cargo del reino de España.

El Regente, cardenal Cisneros, muere en Roa (Burgos) el 8 de noviembre de 1517, después de haber sido envenenado en Boceguillas (Segovia).

Carlos I para combatir la crisis económica que venía atravesando el reino desde la muerte de Isabel la Católica, elevó los impuestos y colocó en puestos de preferencia a Consejeros flamencos.

El 2 de febrero de 1518 se abren las Cortes de Valladolid, y ante el caprichoso reparto de cargos e ingresos que hace el rey, se plasma el descontento del clero, nobleza y varias ciudades.
La presencia de extranjeros en altos cargos, las malas cosechas y el alza de los precios, elevan la indignación del pueblo.

En junio de 1519 se recibe la notificación de su elección como emperador de Alemania.

Con la intención de recabar fondos, el 31 de marzo de 1519 convoca a las Cortes en Santiago y el 19 de mayo en la Coruña. Las Cortes otorgan 220 millones de maravedís a Carlos I para marchar a Alemania y ser coronado emperador como Carlos V. Al convocar las Cortes lejos de Castilla, el monarca se alejaba de un clima de descontento contra su persona que iba en aumento.

Con la marcha de Carlos I a Alemania, quedó el cardenal Adriano de Utrecht como regente del reino.

Estalla la rebelión en Toledo, cuando representantes del Concejo de Toledo (encabezado por Juan de Padilla) no son admitidos en las Cortes de la Coruña. Se extienden las rebeliones por varias ciudades españolas (Ávila, Burgos, Cuenca, Guadalajara, Salamanca, Segovia, Valladolid y Zamora, entre otras poblaciones).

Las revueltas quedan lideradas por sectores liberales de las oligarquías urbanas, clérigos y algunos nobles medios.
Entre los personajes sublevados, destacan el toledano Juan de Padilla, el segoviano Juan Bravo y el salmantino Francisco Maldonado.

Después del incendio del centro comercial de Medina del Campo (Valladolid), los comuneros reciben el apoyo de importantes ciudades de Andalucía y Extremadura.

El 29 de julio de 1520 se constituye en Ávila la 'Junta de Comuneros', se rompe institucionalmente con Carlos I, se nombró a Juan de Padilla como capitán general, y se organizó la rebelión y todo lo concerniente con el gobierno de Castilla.

Después de que Juan de Padilla se entrevistase en agosto con Doña Juana la Loca en el Palacio de Tordesillas (donde estaba recluida), la Junta de Comuneros se reunió en Tordesillas el 24 de septiembre de 1520, obteniendo la aprobación de Doña Juana, legítima reina de Castilla según deseos de Isabel 'La Católica'.

La Junta Comunera se erigió en el Gobierno legítimo. Se crearon Tribunales de Justicia, se organizó la Administración, se impulsó la política económica y se formó una milicia armada.

Ante el miedo por el radicalismo comunero, el cardenal Adriano de Utrecht en otoño de 1520 consiguió reunificar sus fuerzas (ricos mercaderes, nobles y oficiales).

Carlos I nombró corrientes al Condestable Iñigo de Velasco y al almirante Fadrique Enríquez, haciendo concesiones a algunas peticiones comuneras: la promesa de volver cuanto antes a España, dejar de nombrar a extranjeros para cargos públicos, prohibir la saca de moneda, etc.

La ciudad de Burgos abandonó el movimiento comunero.

En febrero de 1521 ciudades de Andalucía constituyen la Confederación de la Rambla, declarando fidelidad al monarca. Otras ciudades gallegas y del norte de Castilla llegan a un compromiso similar. Por su parte, Extremadura y Murcia quedan fuera de la Junta Comunera.

En este clima, el cardenal Adriano de Utrecht ofrece la paz a la Junta, a lo que se le contestó con la amenaza de entrar en Medina del Ríoseco (Cuartel General de los realistas) y ahorcar a los miembros del Consejo Real. El 31 de octubre de 1520 se declara la guerra a la Junta.

Por otra parte, dentro de la Junta Comunera crecían las contradicciones internas (las ciudades frente al campo, patricios frente a plebeyos, etc.). Gran número de nobles abandonaron y ello decidió la guerra.

Una de las primeras acciones de la guerra es la toma de Tordesillas. Debido a la incompetencia o traición del nuevo capitán general de los Comuneros, don Pedro Girón, Tordesillas es tomada por las tropas imperiales el 4 de diciembre de 1520.
Esta victoria no es explotada por el ejercito realista, pudiendo terminar con el movimiento comunero.

Las milicias comuneras, dirigidas por Juan de Padilla, a principios de 1521 tomaron Ampudia y la aldea de Torrelobatón perteneciente a la jurisdicción de Fadrique Enríquez. Las tropas quedaron emplazadas, sin continuar hasta Medina de Ríoseco.


Batalla de Villalar, 23 abril de 1521

El 23 de abril de 1521 tuvo lugar la decisiva batalla de Villalar, las tropas imperiales al mando del conde de Haro vencieron al ejército comunero. Hechos prisioneros los cabecillas comuneros, Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, fueron decapitados en Villalar el 24 de abril de 1521.

Han sobrevivido a la historia las palabras que dirigió Juan de Padilla a Juan Bravo antes de morir: << Señor Bravo, ayer era día de pelear como caballero, hoy es día de morir como cristiano. >>

Después de la derrota de Villalar, el movimiento comunero se desintegró, y las ciudades castellanas capitularon una tras otra.

La ciudad de Toledo acaudillada por Acuña (obispo de Zamora) y Doña María Pacheco (viuda de Padilla, conocida como la 'Leona de Castilla'), siguió ofreciendo resistencia al ejército imperial. Finalmente, las tropas toledanas fueron derrotadas en febrero de 1522.

Doña María Pacheco se exilió a Portugal y murió en marzo de 1531.

A la muerte del pontífice León X, el monarca Carlos I presiona para que el cardenal Adriano de Utrecht fuera elegido papa.

Adriano de Utrecht es elegido pontífice (1522 - 1523) con el nombre de Adriano VI.

Pontífices 

En Valladolid el 1 de octubre de 1522, tras reiteradas peticiones de las Cortes, Carlos I hizo pública una carta de perdón general, con excepción de unos trescientos dirigentes. Entre estos dirigentes, se encontraba el obispo Acuña, cuya ejecución originó la excomunión del monarca.

A partir de 1932 el pueblo de Villalar adoptó el calificativo de 'Villalar de los Comuneros'. En dicha localidad existe un obelisco en la Plaza Mayor, donde se encuentra la piedra en la que decapitaron a los comuneros.

 

 

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