A la muerte del joven rey Witiza quedaron sus tres hijos menores (Achila, Olmundo y Ardabasto), y aunque Witiza los había nombrado herederos, los nobles por su minoría de edad procedieron a la elección del nuevo rey. La elección recayó en el Dux de la Bética, Rodrigo, aunque no todos estuvieron de acuerdo con aquella designación. Había muchos intereses por parte del clérigo y pronto se inició una conspiración encabezada por Oppas (Obispo de Sevilla) y Segisberto (antiguo desterrado).
Después de una gran batalla, los hijos de Witiza y el Obispo Oppas huyeron a Ceuta, donde el gobernador, el Conde Julián, les ofreció protección y ayuda. Pacificada Hispania, el rey Roderico siguió con honradez y justicia.
A principios del 711, Roderico con todo su ejército marchó cerca de Pamplona donde había estallado una gran revuelta. Mientras tanto, el Obispo Oppas y el Conde Julián pactaron con los musulmanes la recuperación del reino para los hijos de Witiza (hay serias dudas de que no fuera para ellos).
En mayo del 711, el gobernador de África, Tariq ben Ziyad, junto al Obispo Oppas y el Conde Julián, cruzaron el estrecho y desembarcaron en la Península. El rey Roderico informado del levantamiento, tuvo que reorganizar el ejército emplazado en Pamplona y marchar a la provincia de Cádiz.